6 ene 2012

A propósito de enero...

Nunca me he puesto a mí mismo metas de inicio de año. Al menos no en mucho tiempo, o que recuerde o no claras ni puntuales.

Cuando era más chico, antes de que el año acabase, miraba hacia atrás, decía "Ah... ok." y me ponía a pensar en las cosas que tenían que cambiar, mejorar y eliminar.

Pensaba que era una actitud más sana y honesta que solo soltar frases al aire. De todas modos, lo que sí nunca cambiaba es el hecho de que, al alzar la copa de sidra junto con mi familia me decía "Este año ahora sí tendré novia", lo cual, por supuesto no se cumplió sino hasta la tercera o cuarta vez.

Así que lo que fue más o menos el objetivo principal de cada enero, desapareció y me quedé con un vacío extraño y sin guion qué seguir.

Cuando estaba en secundaria, leyendo enormes libros sobre animales, noté que entre más rápido llegaba un animal a su etapa reproductiva, más corta era su vida, porque su propósito final ya estaba completado.

Era muy fácil de imaginar ese tipo de cosas mientras te estás apartando las moscas y mosquitos de tu alrededor, teniendo que sobrevivir. El tiempo se acaba y para lo único que están programados es huir y coger.

Era muy fácil de imaginar ese tipo de cosas mientras se veía el comportamiento de mis compañeros frente a mis apenas desarrolladas conocidas.

Mientras crecía, me daba cuenta que era aún más fácil de verlo cuando te das cuenta de que mucho de lo que pensamos y cómo actuamos, está en regido en los genes. Lo cual era un alivio y le quitaba algo del sentimiento de culpa al amiguito de entre las piernas.

De igual manera, nunca fue alentador culpar de todo lo malo que se es o fue a sustancias y reacciones químicas con su oscura necesidad final de prevalecencia.

Terminas queriendo decirle al Universo y al conocimiento "Qué se joda", y pensar que no cometerás los mismos errores que tus padres. Aunque ya para esas alturas es muy difícil alejar de la mente esos conceptos después de haber salido de un restaurante y ambos coincidir en que la segunda de las meseras era la más atractiva.

En estos momentos no tengo ningún propósito en mente, pero supongo que ya se me ocurrirá algo. Ahora regreso.

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