4 jul 2012

Ella se llamaba así

El día en que a ella la conocí estaba perdida, como yo.

Nos encontramos en las escaleras y por alguna razón, rápido intuyó que también estaba extraviado. Se presentó conmigo y nos dimos cuenta que ambos habíamos tocado en el mismo salón de clase. Íbamos hacia el mismo lugar así que resolvimos buscarlo juntos. Estábamos llegando tarde por un par de minutos.

Entre subiendo y bajando escaleras, noté algo que no sé si debía de haberme dado cuenta, o por lo menos tan rápido, tenía un tatuaje en la base de la espalda. Era negro con detalles en rojo, de diseño tribal e iba de lado a lado, naciendo con la simetría de su columna.

Me sentí extraño al verlo salir de entre la apertura de sus ropas, como si hubiese entrado a una habitación de una casa a la que no se supone que estaban bienvenidos los recién llegados. Más tarde me di cuenta que no tenía porqué sentirme así, sin embargo, a veces miro hacia atrás y aún recuerdo aquél sentimiento.

Encontramos por fin el lugar donde debíamos tomar la primer clase de nuestro primer día de Universidad. Era un laboratorio, el color blanco era omnipresente y todas sus sillas ya estaban abarrotadas. Nos sentamos en donde pudimos, eso ayudó a que permaneciéramos juntos, lo cual agradecí para mis adentros.

Era la chica de porte experimentado y en cuya espalda había un tatuaje. No era lo ideal, pero por ahora era lo único que tenía.

Pasaron las horas del día, con ello las presentaciones de las materias con sus profesores y entre cada una de ellas emergieron nuevas personas, todas dotadas de rostros y personalidades nuevas y la chica del tatuaje era la única persona en común entre ellos. Hablaba con ellos con una facilidad envidiable y me empezaba a alegrar el hecho de que fuese lo único que tenía.

Con los días, la chica resultó ser mujer. Una mujer que vivía sola en un pequeño pero cómodo lugar a las afueras de la ciudad. Una independiente que se mantenía así misma con un empleo los fines de semana.

Con las semanas, la mujer creó un sólido grupo de compañeros que compartieron grandes momentos juntos dentro y fuera de clases. Luego, con el tiempo, aquellos compañeros harían su lugar más allá de ella.

Con los meses, la vida de la mujer fue cambiando más allá de lo que pudiese saber. Y tomó decisiones que ha nadie en la vida jamás he vuelto a ver tomar.

Con los años, aparecieron para la mujer oportunidades para volver, así como oportunidades para seguir vagando por el país. De vez en cuando tenía noticias de ella por ahí de parte de las personas que dejó aquí o a través de ella misma en alguna plática rápida por Internet.

A veces, miro sus fotos que aparecen coladas por ahí. Ella ha viajado tanto en tampoco tiempo y creo que ya ha encontrado su lugar en muchos, sin embargo yo sigo en el mismo lugar y creo que sigo igual de perdido a como ella me encontró.

3 comentarios:

  1. <3 :') nadie kiero llorar :)

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  2. jajajaajja bueno soy tita, me trabe, de la emocion , gracias, me siento feliz, :)

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  3. Muy buen material, no le sobra palabra alguna en verdad. Es decir, realmente se puede sentir aqueste toque de melancolía con un desdén de ansiedad que se transmite, además de la enajenación del autodesarrollo personal fungiendo como homenaje al aparente y tal vez hasta ausente razonamiento del significado de la superación en términos de la sociedad moderna. Soberbio.

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