30 ago 2016

Reflexión miada sobre el tribalismo humano

La humanidad actual aún se encuentra en un estado primitivo. Básicamente aún somos una sociedad basada en el tribalismo paleolítico. Desde los niveles más básico hasta lo más complejos, la necesidad de autoreconocimiento lleva a las poblaciones a tomar un grupo de actitudes y sistemas como un precepto de pertenencia. Se comienza la búsqueda y fabricación de una identidad grupal. Desde este punto para acá, nosotros somos nosotros. Desde este punto para allá, ustedes son ustedes.

El racismo y la intolerancia religiosa son uno de los ejemplos aún más obvios, pero no por ello menos lamentables. Un cierto tipo de población será oprimido por sobre otro por aspectos meramente visuales o de espiritualidad y tradición convirtiéndose en años de daños y destrucción de una población entera entre seres que básicamente son misma naturaleza y materia. La mayor producción de una proteína en la piel, aunado a la capacidad de herencia de estos caracteres, al igual que la necesidad de búsqueda de la verdad a través de la fe de una pueblación determinó la vida de cientos y cientos de personas durante los primeros siglos de la humanidad a manera general y en menor escala en la época actual, por ser considerados inferiores o simplemente diferentes. En el presente, se ha hecho de lado esa idea y al menos en el mundo occidental de manera abierta. Un pueblo hecho en base a la multi-culturalidad que trajo el encuentro del viejo mundo con el nuevo fue más consciente a la apertura de la multitud de razas y religiones, con el paso del tiempo, claro está.

Los estratos sociales son formas más complejas de este fenómeno de diseminación de la especie humana. El modelo económico capitalista se encuentra planteado para sacar lo mejor de la especie a nivel técnico y en teoría también a nivel social, en cuanto a productos, servicios y mano de obra. Competencia, es lo que impulsa el desarrollo, a ser la mejor empresa en lo colectivo, a ser un hombre más preparado en lo individual. En esta línea, el modelo capitalista es el que mejor simula a la naturaleza. Si bien se encuentra la población alineada de acuerdo a las posibilidades adquisitivas, es debido a la naturaleza dinámica de la economía y a las mayores oportunidades de educación que algunos agentes de estratos menores pueden permear a puestos superiores en la cadena alimenticia. Más sin embargo, la necesidad del mantenimiento tribal va más allá de la libre competencia, y se impone por sobre del desarrollo personal, corrompiendo al sistema y a la naturaleza misma. Ya no es sobre la sobrevivencia del más apto. Apellidos se convierten con el tiempo en instituciones, y las instituciones se encuentran en función del status quo, legalizando el orden poblacional en orden social. Los sistemas de jerarquización nacen antes de esto para llevarle la delantera al crecimiento y desarrollo dejándola debajo del mantenimiento de unos pocos. Con esto dicho, una estado de instituciones sanas y competencia regularizada, llevará sus individuos a demostrar su valía traduciéndose en desarrollo económico y social.

Para el humano, no es solo suficiente con estar bien, estar cómodo. Aquél crecimiento o desarrollo espiritual, social y económico no cubre todas las necesidades humanas. En nuestra naturaleza y en la de toda criatura viva se encuentre la capacidad y búsqueda de competencia y. para que haya competencia, no solo debe de haber ganadores, alguien tiene que perder. La necesidad innata de compararse se encuentra en nuestra escenario salvaje de lucha por los recursos y la capacidad reproductiva. Así, una identidad y la necesidad de ella se transforman no solo en lo que esperamos unos de otros como asociados, sino en la identificación de grupos externos como enemigos. Nosotros podemos ganar, pero alguien tiene que perder. La deshumanización de grupos externos al propio no solo aumenta la capacidad de los que la practican de poder ejercer todo el daño posible a los primeros, sino justifican estas acciones y se observan como aceptables. Se convierten en parte de y reafirman su naturaleza e identidad.

Es que eres del norte, te tienen que molestar "los chilangos" y como hablan "cantadito". Es que eres chilango, debes odiar a "los de provincia" y como se la pasan gritando. La promoción y la continuidad de estas actitudes es, entonces, no solo un problema social, problemas de racismo, intolerancia o discriminación, sino un claro síntoma de la falta y la necesidad de evolución del humano como especie.